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Muchas personas no saben cómo lidiar con condiciones paralizantes, como la ansiedad, el estrés, la depresión y los ataques de pánico. La vida de quien padece estos problemas llega a ser una pintura en blanco y negro, donde el tiempo transcurre, pero no pasa nada. Es debilitante, molesto y muy triste sufrir de problemas emocionales tan fuertes.
Hay muchas teorías psicológicas que hablan de predisposición genéticas, traumas y constelaciones familiares. No obstante, la depresión se origina por un exceso de pasado, de cargas antiguas que sientes como si hoy estuvieran pasando y no sabes qué hacer con ellas.
Por su parte la ansiedad es el exceso de futuro, de pensar en lo que viene; lo que puede pasar y lamentarnos antes de que ocurra. Esta condición es sumamente paralizante, te hace daño y puede sabotear tu presente.
Las causas de los estados depresivos son variadas, incluyendo factores genéticos, neurobiológicos, orgánicos, psicológicos y sociales. Todos aquellos coinciden en una vía común que es la existencia de un trastorno neuroquímico en el que se hallan en el que se hallan implicados diversos neurotransmisores, sobre los cuales actúan los antidepresivos.
Estos cambios pueden ser normales en respuesta a situaciones de estrés y solo si son desencadenados por estímulos mínimos o incluso sin ningún estímulo. Desde el punto de vista médico, interesa destacar que hay muchas enfermedades somáticas que implican un riesgo significativo de depresión y ansiedad.
El estrés es un desequilibrio entre las demandas del ambiente y la capacidad de respuesta de una persona bajo condiciones en las que el fracaso ante esta demanda tiene consecuencias importantes.
Muchos estudios muestran que el estrés laboral tiene un impacto importante en la salud y en la calidad de vida de las personas, así como en los resultados de las empresas y la economía. La adecuada gestión de los riesgos psicosociales no solo mejora el bienestar y la salud de las personas, sino que también favorece su compromiso con el proyecto empresarial.